Enfrentar la pobreza bajo la pandemia: el papel de las organizaciones sociales

Por Marita Carballo
5 de octubre de 2021 - Clarín
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Nos preguntamos cómo impactó la pandemia y sus restricciones en aquellas organizaciones, como las sociales, en donde la virtualidad es incapaz de reemplazar de manera efectiva el contacto humano.

Desde Voices! nos adentrarnos en este universo a través de una investigación de este sector. Realizamos en junio/julio pasado un trabajo para el Banco de Alimentos en 325 organizaciones sociales que reciben sus donaciones, con la finalidad de interpretar el estado de ánimo y descubrir las principales dificultades que enfrentan.

Sin duda, la pandemia agravó la situación de pobreza y carencias, sobre todo en los sectores medios bajos y con especial crudeza en bajos.

Los últimos datos publicados por INDEC muestran que el índice de pobreza llegó al 40,6% en el primer semestre de este año. Por otro lado, el índice de indigencia que comprende a las personas cuyos ingresos no alcanzan para comprar el mínimo de comida para la subsistencia, es de 10.7%.

Al indagar sobre los principales problemas que tienen las organizaciones, casi la mitad señaló que la falta de financiamiento representa el principal escollo. Se percibe una merma en las donaciones tanto de dinero, especies y alimentos y la baja se da en todos los actores aportantes, siendo la caída mayor en los aportes de individuos y empresas y menor en el Estado.

Por otra parte, el 40% de los encuestados sostuvo que el coronavirus es el problema principal: 8 de cada 10 afirmaron haberse visto muy o bastante afectados por la pandemia y la cuarentena y 6 de cada 10 señalan sentirse sobrepasados. Esto se debe principalmente al alto aumento de beneficiarios (61% de las organizaciones lo señalan) al igual que la frecuencia con la que dan de comer.

Mencionan como cambio relevante, que debían atender a toda la familia y que además se sumaron adultos mayores y personas que tradicionalmente no recurrían a este tipo de asistencia o “nuevos beneficiarios”.

La combinación entre aumento de beneficiarios y disminución de donaciones genera un cuello de botella preocupante.

También, como ocurre en cualquier organización, la pandemia afectó a sus trabajadores. Es de destacar que un tercio de estas organizaciones se manejan exclusivamente con el motor del voluntariado y también que 8 de cada 10 trabajadores son mujeres, el “músculo” es en gran parte voluntario y femenino.

El 22% de las asociaciones entrevistadas tuvo que cancelar o suspender actividades por falta de personal. La medida del impacto lo da el hecho de que sólo dos de cada diez organizaciones encuestadas afirmaron no haber tenido casos de Covid entre su personal y que el 58% declaró estar cumpliendo parcialmente sus objetivos, mientras que un 5% directamente no los está cumpliendo, con lo que eso implica en el actual crítico contexto económico y social.

Con respecto a los beneficiarios de estas organizaciones el 42% señaló que el desempleo es hoy la problemática más acuciante, el 30% la falta de comida y el 23% la pobreza extrema. Interesante resaltar que el problema central , el principal reclamo es la falta de empleo, contrarrestando el prejuicio existente de que los pobres no salen de la pobreza porque no trabajan suficiente, Le siguen falta de educación, adicciones, vulneración de los derechos de los niños, violencia familiar y falta de vivienda.

A pesar de este escenario, conmueve la positiva visión de futuro y la actitud de entrega de los trabajadores de las organizaciones sociales. Aunque 7 de cada 10 organizaciones declaran que les faltan alimentos y 6 de cada 10 confirman que necesitan más voluntarios que los que tienen actualmente 9 de cada 10 se declaran optimistas para los retos que quedan por enfrentar este año.

El miedo no paralizó: más de la mitad incorporó nuevas actividades desde la pandemia, principalmente se menciona la entrega de alimentos y el contacto virtual.

Señalan los aprendizajes que les deja la pandemia: priorizar y valorar, incorporación de nuevas modalidades de trabajo, trabajo en equipo. Detentan también una opinión generalizada de que la pandemia despertó más sentimientos de solidaridad. El 81% sostiene que hubo un aumento en la solidaridad en esta red de comunidades.

A nivel internacional el impacto del Covid 19 produjo cambios en el comportamiento de los ciudadanos frente a las necesidades de los más vulnerables.

Desde hace diez años la CAF (Charities AID Foundation) elabora un índice global de generosidad y la Argentina ocupa en 2021 el lugar 74 entre 114 países medidos por la encuesta de Gallup que incluye preguntas sobre donaciones, voluntariado y ayuda a desconocidos.

Es una posición intermedia en la tabla similar a la de 2019 donde ocupó el lugar 75 y significativamente mejor que en 2018 donde Argentina estuvo en posición 94. Este año un 56% de los argentinos manifiesta que ayudó a alguien que lo necesitaba.

Es mucho todavía lo que tenemos que hacer para reducir la pobreza, es enorme la magnitud del desafío. Dependerá del trabajo conjunto de la sociedad civil, los gobiernos y los individuos.

Es admirable la labor de ONGs como el Banco de Alimentos y de los trabajadores de organizaciones sociales que viendo casi duplicada la demanda continuaron con su trabajo haciendo frente a los múltiples problemas y mostrándose incluso esperanzados hacia futuro.

Marita Carballo es socióloga. Presidente de Voices!