“Emergencia tiempo-dependiente”: el déficit que puede complicar la correcta atención del ACV
Mientras que un 69% de los argentinos dice saber qué es un accidente cerebrovascular (ACV), hay apenas un 38% que afirma que sabría cómo reaccionar si una persona a su alrededor empieza a tener síntomas como entumecimiento de una parte de la cara, debilidad en uno de los brazos, confusión repentina o dificultad al hablar. El resto considera que no sabría o no estaría seguro de cómo actuar en ese caso, de acuerdo con una encuesta conocida a horas del Día Mundial del ACV.
La jornada, que se conmemora mañana, está destinada a crear conciencia de cómo reconocer y reaccionar ante síntomas que reclaman atención urgente para reducir el riesgo de secuelas incapacitantes. El ataque cerebral ocurre cuando hay una interrupción del flujo sanguíneo debido a la aparición de un coágulo o el desprendimiento de placa aterosclerótica (ACV isquémico) o debido a la ruptura de la pared de un vaso cerebral que deja escapar la sangre (ACV hemorrágico).
Las señales de alarma que los médicos aconsejan reconocer rápido incluyen dificultades para hablar o dispraxia (quiero decir una palabra, pero digo otra), problemas con los movimientos y el equilibrio, aparición de trastornos visuales y dismetrías (quiero tomar un objeto, pero llevo mi mano más allá) y adormecimiento u hormigueo en manos, rostro o piernas.
“Es una emergencia médica tiempo-dependiente. Cada minuto sin tratamiento equivale a la pérdida de 2 millones de neuronas”, explicó Matías Alet, jefe de la Unidad de ACV del Hospital Ramos Mejía y médico neurólogo de Fleni.
Por eso, según continuó Alet, “el primer reflejo debe ser llamar al servicio de emergencias y, si por algún motivo no es lo más conveniente, dirigirse a un centro preparado para el manejo del ACV, que probablemente no sea el más cercano. En ningún lugar del mundo es necesario que todos los centros de salud tengan el mismo nivel de complejidad para brindar todas las prestaciones. Lo que sí es clave es articular para que cada persona sea derivada en tiempo y forma al centro correcto para recibir la atención que requiere”.
Cada 10 minutos
Se estima que, cada año, en el país ocurren unos 60.000 ataques cerebrovasculares y lo más frecuente es que sean isquémicos. Es decir, uno cada 10 minutos, de acuerdo con los datos difundidos a propósito de la encuesta elaborada por Voices durante el mes pasado para el laboratorio Boehringer Ingelheim. La muestra incluyó a 806 hombres y mujeres de 16 años en adelante del área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), Córdoba, Rosario, Mendoza y Tucumán.
Los resultados también alertan sobre el bajo conocimiento en la población sobre la urgencia que representa un ACV: cuatro de cada 10 encuestados desconocía que el tratamiento tiene que comenzar lo antes posible. Más precisamente, dentro de las primeras cuatro horas y media desde que aparecen los síntomas para, justamente, evitar secuelas graves de acuerdo con las áreas del cerebro afectadas. El ACV puede también ser fatal.
“La detección precoz y el abordaje inmediato son claves para evitar la muerte y el daño neurológico irreversible, en forma de secuelas en el habla, en la autonomía para desplazarse, en la deglución y en la rigidez de músculos del rostro o de las extremidades”, mencionó Adolfo Savia, director médico de la Clínica de Rehabilitación Otamendi y profesor adjunto de emergentología en la Universidad Abierta Interamericana (UAI).
Especialista en terapia intensiva y emergencias, el profesional detalló que “el tratamiento con medicación fibrinolítica [para desintegrar coágulos] debe iniciarse dentro de las primeras cuatro horas y media desde el inicio de los síntomas”. Más allá de ese intervalo, “la indicación del tratamiento es quirúrgica y las posibilidades de recuperación total disminuyen drásticamente”, aclaró.
Tres de cada cuatro encuestados respondió que, ante un caso así, iría al centro de salud más próximo, mientras que previo al Día Mundial del ACV los profesionales están recomendando que, siempre y cuando sea posible, lo mejor es llamar al servicio de emergencias local o que se tenga disponible a través de la cobertura. Esos servicios no solo manejan un código de la urgencia, sino también deberían saber a qué hospital o centro privado trasladar a un paciente que está cursando un ataque cerebral.
Sin embargo, la mitad considera que las ambulancias tardan demasiado y, en un 38%, que es “más rápido” trasladarse por su cuenta, lo que puede ser riesgoso si se está teniendo un ACV.
Alta preocupación
El 80% de los participantes expresó preocupación por el riesgo personal de tener un ACV, sobre todo entre las mujeres, los mayores de 35 años y las personas con ingresos más bajos. Al indagar cómo actuarían si ocurriera, tres de cada cuatro respondió que irían al centro de salud más cercano. Hubo un 17% que respondió que le daría prioridad a un lugar que esté preparado para atender un infarto cerebral. Es decir, contar con personal, un protocolo, equipos y medicamentos específicos para brindar el tratamiento necesario.
Un 55% considera que cualquier hospital puede atender un ACV, según se difundió hace instantes.
Savia mencionó que la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Mar del Plata, Mendoza, Neuquén, Salta y Tucumán están trabajando en armar redes locales de atención del ACV, desde la difusión de los síntomas para que la población los pueda reconocer rápidamente y el llamado al servicio de emergencias hasta el traslado al centro que está preparado y en el tiempo adecuado. “La comunicación eficaz permite que ese centro lo esté esperando con el camillero listo, el tomógrafo disponible y el quirófano preparado para que reciba el cuidado que necesita lo antes posible”, dijo el profesional.
En la encuesta, aun cuando el 69% dijo saber qué es un ACV e indicó correctamente entre los signos de alerta la aparición de confusión repentina, dolor de cabeza intenso, dificultad para hablar o entender, parálisis o debilidad muscular y aumento de la presión arterial, hubo un 5% que no logró identificar alguno de esas señales.
Aun así, un 90% considera “posible recuperarse” con el tratamiento a tiempo, mientras que para un 77% se puede prevenir el ACV con los chequeos médicos regulares (71%), el control del estrés (70%), la actividad física (64%), el descanso adecuado (57%) y una dieta equilibrada (56%). Esto, junto con la preparación para responder ante esta urgencia, es más común entre los adultos y mayores, no así entre los más jóvenes y a medida que disminuyen los ingresos, según surge de los resultados obtenidos por Voices.
Este miércoles, entre las 10 y las 17, justo frente al Obelisco habrá un reloj gigante que marcará la importancia que tiene actuar rápido frente a los síntomas que da un ACV.